jueves, 22 de octubre de 2009

sintonizando a ballard (3): neuropaisajes

0303 from Jesús Olmo on Vimeo.

Las gimnospermas de color verdinegro, intrusas del pasado triásico, y los edificios de fachada blanca del siglo veinte, sumergidos a medias, aún se reflejaban juntos en el espejo oscuro del agua. (...) Las casas de ladrillo y las fábricas bajas de los suburbios habían desaparecido completamente, sepultadas bajo mareas de cieno.



—Los mecanismos liberadores innatos impresos en tu citoplasma hace millones de años han despertado. El sol en expansión y la temperatura en aumento están arrastrándote hacia abajo, por los niveles espinales hasta los mares sumergidos en las capas más bajas de tu inconsciente, a una zona enteramente nueva de la psique neurónica. Esta es una transferencia lumbar, una memoria totalmente biopsíquica. Recordamos realmente estos pantanos y lagunas. Luego de unas pocas noches los sueños ya no te asustarán, a pesar de su horror aparente.


(…)



Recordó a las iguanas que habían gritado y embestido en la escalinata del museo. Así como ya no era válida la distinción entre contenidos latentes y manifiestos del sueño, del mismo modo nada dividía ahora lo real de lo sobrerreal en el mundo exterior. Los fantasmas se deslizaban imperceptiblemente de la pesadilla a la realidad y otra vez a la pesadilla, y los paisajes terrestres y psíquicos eran indistintos, como lo habían sido en Hiroshima y en Auschwitz, en el Gólgota y en Gomorra.


(…)


—Pero es otra cosa lo que me preocupa. ¿Sólo cambia el paisaje exterior? Cuántas veces, casi todos nosotros, hemos tenido la impresión de deja vu, de haber visto antes todo esto, en verdad, de recordar demasiado bien estos pantanos y lagunas. Los recuerdos biológicos son casi siempre desagradables, ecos de peligros y terrores. Nada dura tanto como el miedo. En toda la naturaleza ves ahora ejemplos de mecanismos liberadores innatos, que han estado dormidos durante miles de generaciones, pero que conservan todo su poder. El ejemplo clásico es el miedo atávico que siente el ratón de campo por la silueta del gavilán: basta mostrarle una figura de papel para que se precipite a esconderse. ¿Y de qué otro modo puedes explicar la repugnancia universal y completamente injustificada que inspiran las arañas, aunque sólo una especie pica a sus víctimas? ¿Y el odio que sentimos por las serpientes y reptiles, también sorprendente, pues estos animales no son muy comunes? Sólo porque todos llevamos en nosotros mismos un recuerdo oculto del tiempo en que las picaduras de las arañas gigantes eran mortales, y los reptiles dominaban el planeta.




Kerans sintió el peso de la brújula en el bolsillo y dijo:


—¿Te preocupa entonces que un aumento de la temperatura y las radiaciones despierten recuerdos similares en nuestras mentes?


—No en nuestras mentes, Roben. Estos son los recuerdos más antiguos de la Tierra, los códigos de tiempo que llevamos en los genes y en los cromosomas. Todo paso hacia adelante en el camino de la evolución es una piedra miliar de recuerdos orgánicos. Desde las enzimas que gobiernan el ciclo del anhídrido carbónico hasta la organización del plexo braquial y de los haces nerviosos de las células piramidales del cerebro medio, todo es un registro de mil decisiones tomadas ante una crisis fisicoquímica repentina. Así como el psicoanálisis reconstruye la situación original traumática para liberar el material reprimido, así se nos arroja ahora al pasado arqueopsíquico, donde descubrimos los antiguos tabúes e impulsos, adormecidos durante tantos milenios. No nos dejemos engañar por la brevedad de la vida del individuo. Cada uno de nosotros tiene la edad de todo el reino biológico, y nuestras corrientes sanguíneas son ríos que desembocan en el vasto océano de la memoria de ese reino. La odisea uterina del feto recapitula todo el pasado evolutivo, y su sistema nervioso central es una escala de tiempo cifrada. Todo nexo de neuronas y todo nivel espinal son una etapa simbólica, una unidad de tiempo neurónico. Cuanto más desciendes en el sistema nervioso, desde el cerebro a la médula, más desciendes también en el pasado neurónico. Por ejemplo, la unión entre las vértebras torácicas y lumbares, entre la duodécima del tórax y la primera lumbar, es la gran zona de tránsito entre los peces que respiran agua y los anfibios que respiran aire y desarrollan una caja respiratoria, la zona en que nos encontramos ahora, en las orillas mismas de esta laguna, entre la era paleozoica y la era triásica.


(J.G.Ballard, El mundo sumergido)




Estos abrazos de Travers eran gestos de afecto desplazado, las bodas de Freud y Euclides. Claire Austin se sentó al borde de la cama, esperando, mientras la mano de él le recorría la axila izquierda como si le explorase los parámetros de una geometría especulativa. En una revista de cine tirada en el suelo habia una serie de fotografías de una mujer joven en diversas posturas de muerte, escenas del desagradable documental de Koster. Estos peculiares elementos geométricos contenían las posibilidades de una violencia horrenda. ¿Por qué la habia invitado Travers a su apartamento sobre el zoo? Los muebles aún mostraban huellas del paso de una mujer: el perfume en la colcha, la caja de anticonceptivos aplastada en el cajón del escritorio, el álgebra íntima de la disposición de las almohadas. Travis trabajaba sin descanso en estas fotografías obscenas: pechos izquierdos, las muecas de los empleados de una estación de gasolina, heridas, catálogos de películas eróticas japonesas:"areas de tiro al blanco", decía él. Parecía transformarlo todo en posibilidades pornograficas inherentes. Cuando le apretó el pezón izquierdo con el pulgar y con el índice, ella torció la cara; una manipulación obscena, parte de una nueva gramática de la crueldad y la agresión.


(J.G. Ballard, The atrocity exhibition)


16 comentarios:

rubén m. dijo...

Quiero agradecer al joven cineasta y guionista Jesús Olmo que se hayapuesto en contacto conmigo -al leer las anteriores entradas deeste homenaje sucesivo a Ballard- y que me haya autorizado a presentaros aquí esta inquietante pieza de videoarte suya inspirada en la novela "El mundo sumergido".

Las dos ilustraciones, también extraordinarias, son de Phoebe Glöckner y fueron creadas para una edición de "La exhibición de atrocidades".

Vicente Luis Mora dijo...

La de Re/Search en San Francisco, 1990, supongo. Saludos, Rubén.

rubén m. dijo...

Exacto, Vicente. Esa edición de Re/Search es una joya, un gran amigo la consiguió en la exposición sobre Ballard que hubo en Barcelona el año pasado y me la regaló. Tanto por las ilustraciones de Phoebe, las fotografías y las notas al margen del autor, no tiene desperdicio.

saludos

Enrique M. dijo...

Ballard es aun una cuenta pendiente para mi.

*

No se si te llego el poemario. Entre que ultimamente no he tenido muy disponible internet y que hotmail me daba fallos...

Un saludo.

Esther Cabrales dijo...

Las ilustraciones son bestiales. Tengo pendiente a Ballard. Perseguía La exhibición de las atrocidades, hasta que me despisté con otros autores. Reanudaré esa persecución, ahora sí, confirmada por estos textos y teniendo algo más claro que prefiero La exhibición de las atrocidades a El mundo sumergido, pues todo ese lenguaje se me hace extraño y casi no me significa nada. No está en mi mundo. Confieso que no lo comprendo.

Stalker dijo...

Sigo intentando sintonizar "La exhibición de atrocidades". Aún no se animan a reeditarla, aunque es cuestión de tiempo que todo Ballard vuelva a estar disponible en las librerías. Vi la película, pero me decepcionó un poco.

Me guardo el término "arqueopísico". Cuántas ideas o emociones que creemos nuestras no hundirán sus raíces en el hondo limbo de las edades y los terrores ancestrales... sin duda somos en buena parte eso, pulsiones desnudas, viscerales, pasadas por el filtro de la aculturación, recubiertas de conceptos, usos y costumbres. Pero bajo el palimpsesto, el aullido. Hemos avanzado poco, y nos creemos modernos o posmodernos...

Me fascina el poder de seducción de Ballard. Vicente sólo ha entrado aquí dos veces, creo, y en ambas ocasiones ha sido por el anzuelo-Ballard. Hasta que no hablemos de Ballard no nos honrará con su visita...

abrazos

rubén m. dijo...

Sueño ballardiano de anoche, madrugada:

Una chica y yo recorríamos en una especie de vehículo biplaza los exteriores de un gran aeropuerto abandonado, de noche. Entre los dos había una atracción antigua y obvia, queríamos follar pero alguna norma social o ética nos lo impedía. Así que nos dedicábamos a analizar qué lugares del aeropuerto
eran los más apropiados para el acto sexual, fría y desapasionadamente, especialmente los rincones más vacíos.

Después uno de los dos sacó una foto de una prostituta tailandesa con el torso desnudo -alta, morena, sonriente, pechos muy pequeños-, que se ofrecía por sólo quince euros. Dado que no podíamos estar vínculados sexualmente de otra forma, planeamos tener trato carnal con ella los dos por separado.

Al despertar sentía miedo, exitación y un poco de tristeza.

¿Debería empezar a leer a Jorge Bucay?


(Queridos intrusos, mañana os contesto como os merecéis, no tengo hoy más tiempo... abrazos a todos)

rubén m. dijo...

Enrique,

te debo una disculpa por no mandarte al menos un mensaje justificndo mi demora, soy un desastre, se me acumulan las deudas, tengo un montón de cosas que debiera (y me apetece) leer y escribir, entre ellas tu futuro libro. Tardaré un poco todavía, pero tengo muchas ganas.

Nunca es tarde para entrar en Ballard: por lo que intuyo de tus gustos, creo que te puede fascinar.

un abrazo

rubén m. dijo...

Esther,

a mí me gusta más el Ballard experimental de "Crash" y "La exhibición de atrocidades" (aunque advierto que esta última puede intimidar bastante), pero luego hay novelas más convencionales como "El mundo sumergido" o "Rascacielos" que son muy interesantes. Estos diálogos son un tanto densos, aunque en el contexto de la novela quizá sí te dirían más cosas. La indistinción entre la literatura y el lenguaje científico es una clave en Ballard, el resultado suele ser que ni la ciencia ni la literatura resultan ilesos...

un beso

rubén m. dijo...

Stalker,

pensaba que "La exhibición..." aún estaba disponible en la ediciónd e Minotauro. Como dices debería ser cuestión de tiempo que se reedite todo Ballard, pero da un poco de grima ver que su muerte no ha servido de momento para eso. La película no la he visto, pero leí una crítica que decía que fallaba por ser una adaptación demasiado literal de un libro que es inadaptable por concepto.

"Arqueofísico"... me gusta. Esos terrores ancestrales y sus huellas en el cuerpo y los mecanismos neuronales. Al leer la frase "nada dura tanto como el miedo", y el razonamiento del personaje, recordé el mecanismo que subyace al trastorno de pánico. Por una asociación de ideas el cuerpo se activa con la misma violencia (hiperventilación, etc) que si se enfrentara a un peligro inminente y brutal -"como si tuvieras enfrente a un león", decía un psicólogo-. Lo extraño es que esas personas que sufren la crisis de pánico, en muchos casos anteriormente no han tenido esos síntomas al enfrentarse a peligros "reales", por ejemplo, un atraco con amenaza física o un accidente de tráfico... Lo que parece indicar que es un miedo mucho más primitivo el que se despierta ahí.

un abrazo

Anónimo dijo...

J.G Ballard es uno de los escritores que tengo pendientes .
Lo que he leído acá me parece fascinante , me atrapó , es mi tipo de lectura . Todo lo que desmenuze al ser humano me atrapa .
Muchas gracias por publicar esto .
Besos .

raúl quinto dijo...

veo una correspondencia cronenbergiana en tu sueño, la escena del aeropuerto de Crash es uno de mis fetiches visuales más hondos... ¿nos vamos a poner guarretes ya?

a ver si me enseñas esa edición molona de la exhibición, que es mi libro favorito de Ballard, y muy favorito, esperiencia absolutamente física su lectura, que además influye mucho en ciertos ruidos que cultivo.

un abrazo y viva Tailandia!

Ana Hidalgo dijo...

Del video ante todo el viento, lo definido y el viento.

Interesante los fragmentos, yo, al igual que la mayoría de los que aquí hemos dejado comentarios, tengo todavía pendiente ponerme seriamente con Ballard. El fragmento que más me ha impresionado ha sido el diálogo entre Kerans y Roben. Esa emoción ante la química, ese estremecerse ante la química, la biología, las células, como caerse temblando ante el escáner.

También fascinante tu sueño. Te pediré más relatos de tus sueños la próxima cerveza o café que nos tomemos juntos.

Un beso.

rubén m. dijo...

Nameless,

gracias a ti por pasar por aquí tu mirada. Me alegra que estos fragmentos te atraigan y muevan a leer a Ballard, ése es mi objetivo, compartir un poco la fascinación de este pequeño universo.

besos

rubén m. dijo...

Raúl,

aquí os podéis -nos podemos- poner todo lo guarretes que quieras. El aeropuerto no se parecía al de "crash", aunque el cromatismo del seuño podría recordar al de la escena en que Vaughan y Ballard recorren filmando una colisión múltiple, de noche. Escalofriante secuencia, por cierto.

Cuando te vengas a mi piso en noviembre, te enseñaré esa edición, cerás cómo te encanta.

un abrazo

rubén m. dijo...

Ana,

has sido la única que ha comentado el vídeo... a mí me sorprende mucho por cómo un simple zoom en retroceso puede mostrar tanto, el movimiento en lo inerte, el simulacro, lo amenazante de la arquitectura. El diálogo que señalas a mí también me fascina, trasmite esa fascinación por los procesos ocultos de la psique y el organismo, cómo la realidad al microscopio revela estratos inverosímiles y terroríficos.

Cuando quieras te contaré con detalle éste u otros sueños, con esa cerveza entre nosotros: trataré de retenerlos en mi memoria con la idea de narrártelos.

besos