miércoles, 11 de abril de 2012

"ruido blanco": dos poemas de raúl quinto



ALEACIONES

Cables de acero atravesando la espina dorsal del equilibrista ciego, la misma ingeniería anudándose en el tuétano febril de los edificios. Desnudez de vértebra. Desnudez geométrica del cordaje de la red. Desnudez helada del material quirúrgico sobre el escenario. Aplauso cerrado.

Nuestros labios sangrando en un beso de cristales rotos.

Espectros de hombres desnudos bailando al ritmo desenfrenado de un contador geiger.

El rostro disuelto de Robert Oppenheimer, un taladro de cuarzo perfora su garganta: brota del agujero la arena del desierto de Los Álamos, brota de sus ojos la sombra coagulada de unos ojos cerrados, brota de la palma de sus manos los ojos abiertos de la luz absoluta.

El blanco polar del incendio. Mi corazón clavado sobre tu almohada con una aguja de hacer punto, la desesperación con que lo lames. El impulso frenético del hueco del ascensor, la extrema vertical de los cables de acero. La tensión de los puentes.

El acero trenzado como un susurro de serpientes en el interior de los huesos. El rostro de nadie bajo la lluvia ácida, la voluntad ciega del osteosarcoma.

Nuestros labios deshechos en su propia saliva.








CHRISTINE CHUBBUCK


Árboles abatidos en el bosque vacío.

El posible temblor de la madera

contra las hojas secas. Mera hipótesis.

El sonido sin nadie

para escucharlo no es sonido.

Tampoco existe el árbol.

.

Aquello de los ojos de los otros.

.

De su tacto. Del centro

exterior. De la forma

como efecto de la sombra.

.

Aquellos ojos que nos miran ahora,

.

susurrando a la cámara:

por favor,

no dejes de grabar.





(Raúl Quinto, Ruido blanco, La Bella Varsovia, 2012)