miércoles, 24 de agosto de 2011

laberinto




No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino
como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.







(Jorge Luis Borges, Elogio de la sombra)

3 comentarios:

Portinari dijo...

Poema con muchos significados, pero que ciertament dibuja siempre el mismo dibujo. Y ahí está, todo, en el mismo centro.

Abrazos.

rubén m. dijo...

Me alegro de volver a leerte, Portinari ;) Sobre el centro o sobre su ausencia giramos todos, nada mejor que la errancia.

Un beso.

Portinari dijo...

Hasta que punto no es una trampa (la errancia, digo).

Y siempre un placer volver a manifestarse aquí.

:)