"el martillo, el cincel y la cizalla están aquí..."
El Estado y sus metáforas clínicas. Adolf
Hitler como “cirujano de Alemania”, Jorge Videla hablando de la subversión como tumor que era preciso “operar sin anestesia” y “hasta
el hueso”. O Fidel Castro en 1985: "La
deuda es un cáncer, entiéndase que es un cáncer que se multiplica, que
liquida el organismo, acaba con el organismo; es un cáncer que requiere
una operación quirúrgica. Toda solución que no sea quirúrgica, les
aseguro, no resuelve el problema". Menos llamativas acaso, por habernos
acostumbrado a ellas, las metáforas clínicas de la Economía: oímos continuamente hablar de ‘activos tóxicos’, del ‘contagio’ de la crisis, su
‘diagnóstico’ y sus ‘síntomas’, de ‘países intervenidos’, de
‘inyecciones de liquidez’, de ‘medidas preventivas’ para el
‘saneamiento’…
Todas ellas conformando un mismo metarrelato:
las acciones del estadista o tecnócrata representadas como
intervenciones quirúrgicas, con la asepsia del quirófano y el ascetismo
de la ciencia; el temor a la enfermedad y la muerte extendido a todo el
cuerpo social; el sufrimiento como mal necesario (pre y postoperatorio);
la objetividad fría e inevitable del diagnóstico; la extirpación de los
elementos necrosados o infectos; el investimiento con la pureza moral
del cirujano y su poder demiúrgico, taumatúrgico. Traumatúrgico.
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Fármaco (un tríptico) es un texto escrito con rabia como intento de respuesta -visceral e intelectual- a este tumor de lenguaje, a esta proliferación del miedo, entre finales de agosto y mediados de noviembre de 2013. También como un nuevo ajuste de cuentas con otras cuestiones que me han obsesionado desde hace muchos años. Es grito y tesis doctoral al mismo tiempo, resultado de un trabajo de investigación y recreación diarios durante el periodo mencionado. El sentimiento de urgencia -irracional, supongo, en gran medida- que lo provocó hizo que, por primera vez, concibiera el poema como algo que debía ser publicado de inmediato, pues no pertenece sino a este ahora y este aquí. Podéis leerlo en el número de febrero de la revista digital Kokoro.