Y llegaron los húngaros bailando,
y ya era tarde
pero bajo la noche practicaron su arte
y en la noche tú, hermana
me diste la mano.
(La gitana predijo y repredijo
pero la noche seguía su curso
y en la noche escuché tu abrazo
correcto y silencioso,
señora
hermosísima dama
que en la noche juegas
un blanco juego. (Hermosísima dama
serena y afligida
violeta nocturna
hermosísima dama
que la noche protege,
que en la noche vela
noche cándida y helada
(pura como el hielo
pura como el hielo tú eres, hermosa dama,
Madonna en el viento
hermosa y dulce dama
que me libras de pobreza
per amor soi gai
hermosa dama
hermosa y dulce dama en mi
pensamiento
Tell me
I get the blue
for you
dime tus sombras lentamente
despacio como si anduviéramos
como si bajo la noche anduviéramos
tú que andas sobre la nieve.
Y aterido de frío, por el
Puente de Londres
-is going to fall-
por el puente de Londres, manos en los bolsillos
y el río debajo, triste y sordo
no era un dulce río
mis ojos apenas veían
pero sabía que mi hermana me esperaba
no era un dulce río
sopesando el bien y el mal en una fulgurante balanza
mi triste hermana me esperaba
Monelle
me cogió de la mano
poderosa e impotente como un niño
llamándome en la sombra, con voz escasa
con voz escasa y tus harapos blancos, llamándome en la sombra,
hermosísima dama.
Y con la mano
frágil y descarnada tú apagabas, y con el roce,
con el roce, en la sombra, de tus blancos harapos
tú apagabas las lágrimas
deshacías el dolor en pequeñas láminas
harapienta princesa,
tú me diste la mano.
(Y bajo la noche caminaba, buscándola a ella
por suburbios de Londres, a la niña harapienta
vista en todos los rostros de las prostitutas
un frío invierno de 1850
harapienta princesa.
De entre el sudor, la oscuridad, el miedo,
el temblor sordo de la vida,
su dura confusión, su almacenar sombrío
surgió aquella niña, aquel rostro que busco
aquel recuerdo triste y esta luz que rescata
una tarde de 1850
aquella niña
y en la habitación vacía
(y ya era tarde)
yo cojo el azul
para ti
aguja que excava la carne que ya no siente
y ya era tarde
pero bajo la noche practicaron su arte.
.
(Leopoldo María Panero, del libro Teoría -1973-)
Monelle me halló en el páramo en donde yo erraba y me tomó de la mano.
–No debes sorprenderte –dijo–, soy yo y no soy yo.
Volverás a encontrarme y me perderás;
Regresaré una vez más entre los tuyos; pues pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido;
Y me olvidarás, y me reconocerás, y me olvidarás.
Y Monelle dijo: Te hablaré de las pequeñas prostitutas, y conocerás el comienzo.
A los dieciocho años, Bonaparte el asesino se encontró a una pequeña prostituta bajo las puertas de hierro del Palais Royal. Tenía el semblante pálido y temblaba de frío. Pero "había que vivir", dijo. Ni tú ni yo conocemos el nombre de aquella pequeña que Bonaparte llevó a su cuarto del hotel de Cherbourg, en una noche de noviembre. Ella era de Nantes, en Bretaña. Estaba débil y cansada, su amante la había abandonado. Era simple y buena; un sonido muy dulce tenía su voz: de todo eso se acordó Bonaparte. Y pienso que después el recuerdo del sonido de su voz lo emocionó hasta las lágrimas, y que la buscó largo tiempo en las noches de invierno, pero no volvió a verla jamás.
Pues tienes que saber que las pequeñas prostitutas no salen más que una vez de la muchedumbre nocturna por una tarea de bondad. La pobre Anne se acercó a Thomas de Quincey, el comedor de opio, que desfallecía en Oxford Street bajo las grandes lámparas de aceite. Húmedos sus ojos, ella le acercó a los labios un vaso de vino dulce, lo abrazó y lo mimó. Después se sumió otra vez en la noche. Quizá murió al poco tiempo. Tosía, dice De Quincey, la última noche que la vi. Tal vez vagaba todavía por las calles; no obstante la pasión de su búsqueda, y por mucho que soportó las risas de aquellos a quienes se dirigía, Anne se había perdido para siempre. Cuando tuvo más tarde una casa caliente, a menudo pensó, entre lágrimas, que la pobre Anne habría podido vivir allí a su lado; en lugar de ello se la representaba enferma, o moribunda, o desamparada, en la insondable negrura de un burdel londinense, y se había llevado consigo todo la amorosa piedad de su corazón.
(...)
Ustedes no las conocen sino mientras ellas los compadecen. No hay que pensar otra cosa. No hay que pensar en lo que ellas han podido hacer en las tinieblas. Nelly en la horrible casa, Sonia borracha en un banco del bulevar, Anne devolviendo el vaso vacío al tabernero en una calleja obscura tal vez fueran crueles, obscenas. Son criaturas de carne. Han salido de un sombrío callejón para dar un beso bajo la lámpara encendida de la calle. En ese momento eran divinas.
Todo lo demás hay que olvidarlo.
Monelle guardó silencio y me miró: Yo he salido de la noche, dijo, y a ella regresaré. Porque yo también soy una pequeña prostituta.
Y Monelle dijo:
Tengo piedad de ti, tengo piedad de ti, amado mío.
Sin embargo, volveré a entrar en la noche; pues es preciso que me pierdas, antes de recobrarme. Y si me recuperas, otra vez escaparé de ti.
Porque soy la que está sola.
Y Monelle dijo:
Debido a que estoy sola, me darás el nombre de Monelle. Pero tendrás presente que tengo todos los otros nombres.
Y yo soy ésta y aquélla y la que no tiene nombre.
Y te conduciré entre mis hermanas, que son yo misma, y semejantes a rameras sin inteligencia.
(...)
Y Monelle dijo luego: Te hablaré de la destrucción.
He aquí la palabra: destruye, destruye. Destruye en ti mismo, destruye a tu alrededor. Haz lugar para tu alma y para las otras almas.
Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son similares.
Destruye las antiguas moradas de los hombres y las antiguas moradas de las almas; las cosas muertas son espejos que deforman.
Destruye pues toda creación proviene de la destrucción.
Para lograr la bondad superior hay que aniquilar la bondad inferior. Y así el nuevo bien parece saturado de mal.
Para imaginar un nuevo arte hay que destrozar el arte viejo. Y así el nuevo arte parece una especie de iconoclasia.
(Marcel Schwob, El libro de Monelle -1894-)
29 comentarios:
Interesante intersección, Rubén. Pertenezco a la cofradía Marcel Schwob de toda la vida, así que ver aquí un fragmento suyo es como beber agua bendita de esa confesión pagana. Panero me interesa cada vez menos (ahora en realidad me doy cuenta de que nunca me interesó la alianza "malditismo + poesía a la francesa escrita en román paladino"; da muy buenos réditos editoriales pero apenas disimula una literatura de arquitectura y concepción bastante endeble, siendo suaves). En definitiva, me paso al bando escéptico respecto a Panero, con Ana Hidalgo et altrii.
Sin embargo, y pese a Panero, y gracias a la virtud profiláctica de quien ejecuta la sutura (monsieur Rubenóvich) la intersección funciona y me interpela de manera muy especial. A crecer con ella.
Sea
Es cierto que comparando el poema de Panero con el fragmento del Libro de Monelle, el poema se aproxima más al refrito novísimo ya no tan nuevo que a la interpretación o a la versión. En cambio el texto original de Schwob mantiene ese despeñamiento de la primera lectura. En todo caso a mí me sigue interesando Panero, especialmente en alguno de esos libros que le publican últimamente en editoriales pequeñas y que se marca en una hora de barra de bar mientras abduce dos paquetes de Fortuna (Por ej. "Mi lengua mata" Ed. La Isla.) Es verdad que su rollo cansa y que sus influencias son a menudo demasiado rastreables, pero leído o encontrado muy de vez en cuando, y procurando tener a mano la caja de prozac, sigue siendo sugerente porque pocos poetas (pocos seres humanos en realidad) pueden llegar a ese nivel de descarnamiento. Como siempre Ruben interesantísimo el cruce de caminos.
Monelle es el mejor libro.
Las fotos son el poema; la primera es de Irina Ionesco? en la segunda puedo reconocer a Schiele, y el cuerpo perdido (tanto, ¿y la virtud? "serena y afligida" dice Panero. "Pura como el hielo." Pienso un hielo corrupto. Ser y no soy, se pierde todo.)
Monelle me gusta mucho, como a Luna, en la medida en que se ha dejado conocer por mí.
Y lo demás, decirte que es una intersección muy evocadora Rubén.
Un tesoro naufragado.
Un abrazo.
Brutal Schwob, no lo conocía, y con esa imagen de Schiele.
Y Schiele, y Sally Mann también. Vaya cuarteto.
P.S: María dice Sally Mann, que no Ionesco
;)
Estoy con Ana.
Es sally, hace poco subí esa misma foto con un texto de Schwob
"De Monelle a Sally Mann"
http://lunamiguel.blogspot.com/2010/01/de-monelle-sally-mann.html
yeah Yeah yeah
Yo es que soy muy de la Mann... :D
Stalker:
sabía de tu pertenencia devota a la cofradía Schwob, envidio además tu suerte de poder leerlo en su idioma (yo lo hice pretenciosamente durante un tiempo, ahora sé que era una fantasmada), así que has de saber que contaba con tu aprobación al menos en la mitad de la intersección.
Respecto a la otra mitad ("la parte maldita", Bataille dixit), comprendo tus reticencias hacia Panero y en cierto modo comparto que su lectura va transformándose del etntusiasmo hacia algo distinto: en mi caso a una admiración profunda hacia sus libros de los 70 y 80, por supuesto con sus irregularidades incluidas. La influencia de la poesía francesa en Panero la pondría muy muy por debajo de la influencia de la poesía anglosajona del XVIII en adelante: Blake, Carroll y sobre todo Pound y Eliot (de quien habrás captado más de una referencia aquí, a "Miercoles de ceniza" y "La tierra baldía"). De estos toma una concepción de la poesía como palimpsesto, completada por una noción apocalíptica de la litearura (y aquí sí hay francesismo, pero bien entendido y alejado del surrealismo superficial: Artaud, Leiris, el propio Bataille) que me parece un ahondamiento realmente original no sólo en la tradición española, que al fin y al cabo sólo importa a los miopes.
Por eso no comparto tu óptica -respecto a los mejores poemas de Panero- de que la arquitectura es endeble. En esta "condesa morfina" veo por ejemplo una noción del palimpsesto realmente compleja y oculta bajo una aparente improvisación malditista. Aquí la referencia rockera a Marianne Faithful (difícil no recordar ese "Sister Morphine" popularizado por los Rolling Stones) lleva a la Monelle de Schwob y de ahí a Thomas de Quincey -no en vano el poema se sitúa en la Londres de mediados del XIX, frente a la ambientación intemporal de "El libro de Monelle"- pasando por citas literales de trovadores provenzales (ese "per amor soi gai", si no recuerdo mal de Giraut de Espanha). Ese sendero puede parecer gratuito pero encubre una dimensión al mismo tiempo universal -la concepción de la Ciudad como laberinto, con ciero toque gnóstico, que se hace más explícita en otro poema del libro, "Vanitas Vanitatum"- y personal: hay un nombre oculto en el poema, sólo para iniciados. Es el nombre de Anne, la "pequeña prostituta" que enamoró a Quincey en Londres y que Schwob toma como ejemplo de Monelle, y que a su vez oculta el nombre de Ana María Moix, a quien Panero dedicó muchos poemas durante esta época.
Por eso, sin ánimo de engendrar un "Diez minutos" de la literatura, considero que éste y otros poemas de este autor son ejemplos extremos del "correlato objetivo" del que habló Eliot, que le alejan del novisismo y de la revisión pseudo-surrealista de tantos autores.
Agradezco mucho que aprecies la labor de sutura, uno no afila el bisturí en vano :)
Miguel Ángel,
no puedo estar de acuerdo con lo de "refrito novísimo" por las razones que he expuesto a Stalker, aunque comprendo que frente al texto de Schwob CUALQUIERA palidece. A mí Panero me interesa sobre todo, como digo, en sus libros de los 70 y 80; mi favorito es "Narciso en el acorde último de las flautas", que aparte de una hermosa traducción de un verso de Georg Trakl es una turbadora combinación de autobiografía psicótica y referencias literarias brutalmente cruzadas, un escupitajo a la superficialidad de la estética dominante en su momento, que considero que no ha perdido apenas vigor literario.
Los libros últimos de Panero... la verdad es que no me interesan demasiado (si Jacqueneto me lee, defecará sobre mí), aunque es cierto que suponen un inquietante testimonio de poesía permutativa, basada en la cruel repetición de motivos, autodestructiva.
Es significativo que la referencia franchute que más se repite en su poesía en sus ensayos no sea ningún surrealista, ni siquiera malditos presuntamente tópicos como Baudelaire o Rimbaud, sino Mallarmé, el orfebre, el que se destrozaba la cabeza al escribir y no se refugiaba en la pose.
Luna,
qué sorpresa redescubrir que esa imagen de Sally Mann la encontré en tu blog, al buscar en imágenes "Monelle". Suelo plantearme muy seriamente con qué imágenes complementar los textos pero no recordaba que el procedimiento para esa primera fotografía fue ese.
Y qué decir del Libro de Monelle... no sé si es el mejor libro, pero me atrevería a decir que es lo más hermoso que he leído nunca, al menos en prosa -aunque la distinción verso/prosa, en casos como este, es una frivolidad académica.
Portinari:
acercarte un poco más a Monelle es para mí un pequeño honor. Monelle nunca se dejará conocer ni por ti ni por nadie, de ahí que su piedad sea momentánea y absoluta, definitiva. Tú sabrás verlo, como De Quincey o Schwob o Panero. La serenidad y la aflicción son dos conceptos que apalabran ese cuadro de Schiele, mezcla de lo indefenso y lo violento y lo podrido. La pureza del hielo: el agua sucia también engendra hielo.
Ana,
debes leer "El libro de Monelle", algún día; no debes tener prisa aunque como he dicho quizá sea el libro más desgarradoramente bello que conozco. Ni siquiera lo tengo, aunque sea uno de mis libros favoritos. Ahora siento la necesidad de leerlo, porque tengo la certeza -¿de cuántas obras de arte se tiene?- de que es una obra que salva. Te salva, te rescata. Las diez o veinte primeras páginas son simplemente anonadantes, o brutales, como dices (no recuerdo cuál es la expresión francesa equivalente a "ramera" en la traducción, pero la frase "y te conduciré entre mis hermanas, que son yo misma, y semejantes a rameras sin inteligencia", hace que se me salten las lágrimas de la impresión).
Y aunque en tu comentario obvies al viejo fumador y loco LMP, creo que debes concederle una oportunidad, o dos, o tres. Uno sabe lo que dice ;)
María:
dio la casualidad de que había echado un ojo a tu blog hace poco -creo que a través del feisbuc-, y me había llamado mucho la atención. Me alegra pues leerte por aquí y que aprecies el cuarteto de la muerte que he intentado componer pinchando enlaces, en el fondo volvemos a la música, lo que falta aquí, y pondría precisamente un cuarteto, "La muerte y la doncella" de Schubert. Ante eso somos poco.
Besos y abrazos para todos.
Querido Rubén, hace cuatro días te había dejado un comentario sobre E.D y tu traducción y prólogo. Supongo que se ha perdido en la red, a pesar que supuestamente estaba pendiente de aprobación por parte del administrador (es decir: vos). En cualquier caso, te felicito de corazón y desde luego, espero poder leerlo en algún momento.
En cuanto a esta entrada, merecería comentarse extensamente. También yo me quedo más con el segundo poema que con el primero. Aunque he leído algunos materiales suyos -también tengo problemas con el malditismo desencantado de Panero-, tengo mucho por ahondar.
Gracias por acercarlos a la lectura.
Un fuerte abrazo,
Arturo
Monelle no se dejará conocer por nadie. Real. Y es como un fantasma que se va en las estrellas. Lo que se percibe de ella queda, para ser luego indemostrable si no es con la experiencia.
Un abrazo.
Mucho Panero he visto yo ultimamente.....
Demasiado.
besos
Rubén,
yo doy oportunidades pero cuando recibo tan poquito a cambio y tengo sin embargo a otros que me dan tanto tanto. Últimamente pienso que los 70 en España han sido una filfa: Panero, Ullán, Carnero, Gimferrer, Talens... ninguno consigue rozarme lo más mínimo, y mira que una tiene la piel sensible y desnuda.
Buscaré el libro de monelle, pero no puedo seguir tu consejo porque lo cierto es que tengo prisa por leerlo.
Un abrazo
grande, Monelle.
Arturo:
vi tu comentario sobre E.D. a raíz de este mensaje tuyo, gracias! lo que ocurre con la moderación de los comentarios a entradas antiguas es que éstos suelen ser spam, eso me desanima un poco a echar un ojo a tales mensajes, pero ahora que ha ocurrido esto los tendré más en cuenta.
El "malditismo desencantado" de LMP puede resultar cargante, pero insisto en que en sus libros de los 70 y 80 hay mucho más que eso, afortunadamente. Te invito a volver a ellos, seguro que encontrarás cosas interesantes, además Panero es al igual que tú un fructífero lector de Lacan.
un abrazo
Portinari,
sin duda te acercas no a Monelle, sino a lo que queda de ella: "...pues es preciso que me pierdas, antes de recobrarme. Y si me recuperas, otra vez escaparé de ti".
un abrazo
Pequeña M.,
espero que esos encuentros con Paneros varios no te hayan dejado demasiado trasquilada, inquietante tu aseveración, me quedo con ganas de saber algo más...
besos
Ana,
debo tener en cuenta que Panero fue una sombra importante en mis años de formación como poeta, su obra me dio algo que no encontraba en ningún sitio. Ahora pasado ese furor adolescente, sigo creyendo que lo que da Panero en algunos de sus mejores momentos (insisto: "Narciso...", "El último hombre", "Last river together", gran parte de "Teoría"...) no se obtiene en ningún poeta que conozca, y a nivel no sólo español sino internacional. Entre otras cosas una concpeción de la literatura como enfermedad mental, no tanto el acto de escribir, sino la historia literaria, el acto de reescribir, que es realmente fascinante y que pese a la antiquísima relación de poesía y locura (de Platón a Artaud por lo menos) nunca se había tratado tan en profundidad.
Lo de los novísimos... uff, hay algunos libros que me gustaron en su momento (La muerte en Beverly Hills de Ginferrer, el primero de Carnero), pero en conjunto creo que el único que supo asimilar esas influencias de Pound y Eliot más allá del pastiche ha sido LMP.
un abrazo
Apneica:
me hace sonreir que compartas esta fascinación. Recuerdo que hace tiempo, contestando al cuestionario Proust -en el blog del señor Stalker-, dije que mi heroína favorita de la literatura era Monelle. Al preparar esta entrada y releer esas páginas con un escalofrío, lo suscribo más aún, lo tatúo.
besos
Rubén:
es siempre admirable quien habla con tu pasión y convencimiento. No sé si el libro de Monelle es la pieza más desgarradoramente bella que se haya escrito (¿quién puede saber algo así? ¿de acuerdo a qué sensibilidad?)... desde luego sus primeras 20 páginas justifican una carrera literaria (no pienso lo mismo del resto del libro, que acaba por transformarse en un volumen de cuentos más convencional). Pero ese arranque tiene la virtud de situarte en un terreno inexplorado como lector: hay un momento en que no sabes qué estás leyendo, te sumerges en una letargia expectante, atrapado en lo que parece un ensalmo de vagas reminiscencias bíblicas, o más bien una oración pagana hibridada con la concisión lapidaria de un Pascal o un La Rochefaucauld, todo ello pasado por el velo de una imaginería previa al surrealismo y animada por los encantos opiáceos de cierta prosa decadente (Huysmans tampoco está muy lejos, a su modo).
¿Qué libros habría escrito Marcel Schwob de no haber muerto a los 38 años? Es como conjeturar qué películas estaría filmando Tarkovski hoy día, de vivir, o qué habría hecho Jacques Brel en los ochenta, o... Sin duda la historia de la literatura ha perdido algunas obras maestras con esa temprana defunción.
Con Panero no consigo seguirte ni comprender en qué radica la singularidad de su aporte, pero también aquí me admira tu pasión y la convicción con que defiendes su lectura.
abrazos
Stalker,
agradezco y me conmueve, sinceramente, tu empatía hacia mis diatribas. Desde luego nadie puede decir que Monelle ni ninguna otra obra sea la pieza más "desgarradoramente bella" jamás escrita, de ahí ese temblor de anticipar un "quizás", pero sí que siento que esas 20 páginas que mencionas (totalmente de acuerdo: el resto es un libro de cuentos más normal, dentro de lo normal que pueda ser Schwob) alcanzan una sima de desgarro, emoción y superación del desespero dificilmente equiparable a nada. Como indicas hay una asimilación y superación de tópicos de la época que ni siquiera los más grandes y desconocidos -el propio Huysmans, Villiers...- consiguieron alcanzar. Siempre me han fascinado esos artistas que dentro de la retórica de una época, sin salirse aparentemente de sus márgenes, consiguen abrir auténticos boquetes, sutiles pero de una profundidad vertiginosa. Schwob es el ejemplo más rotundo, pero pienso también en Trakl, en la Eneida, en Propercio y, por qué no, en el propio Panero. Al final me veo cual voz clamando en el desierto, junto a un coro de paneristas semianalfabetos (como con Freud y los freudianos, el peor enemigo de Panero serán los paneristas), pero es lo que hay, aquí me toca hablar desde la pasión o desde la cabezonería al menos, y me place de veras que sepas apreciarlo.
abrazos
Rubén, recupero gratamente El libro de Monelle, que transitaba en los cajones oscuros de la mesa de trabajo...
Esther, ojalá lo tuviera yo tan cerca, necesito releerlo y hacerlo en la pantalla de este portátil sería muy frío... Disfrútalo.
un abrazo
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