Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.
¡Odumodneurtse!
Rubén, tus entradas me palpitan todas y cada una de una manera especial que las une en sintonía. Tocas la realidad de la rutina bruta del hombre.
ResponderEliminarVallejo canta el deseo, al sexo, a la conciencia, a la madre como parturienta de más muerte, en lazos conyugales con dios mismo.
Con la foto ilustras la podedumbre. Todo lo que se aleja y sin embargo es la líena que circunda la otra parte de la moneda.
Gran estruendo y palpitación... como con Anne Sexton y Helmut Newton.
Un abrazo.
Grandísimo Vallejo. Uno de los lujos en nuestra lengua. De las varias cosas que me fascinan de él es su enorme capacidad de mezclar lo profundo y lo etéreo (el saxo y el arpa) con una ternura que dentro del surrealismo yo sólo he encontrado en Paul Elouard.
ResponderEliminarPortinari,
ResponderEliminarel hecho de que sientas ese pálpito, y me lo digas así, bastaría para animarme a seguir manejando los hilos de este blog. Es cierto que hay una sintonía, quizá secreta, privada, que une a muchas de estas entradas, ya dije en el primer post que más que hablar yo mi intención era que otros -imágenes, sonidos, palabras- hablasen por mí. Y Vallejo habla a una profundidad que da vértigo.
Me resulta extraño e interesante que la foto de Araki te ilustre "la podredumbre", me gustaría que explicaras esta idea. A mí esa imagen me evoca la palabra "lascivia", ese rictus de la boca. El pelo que se infiltra en el encuadre y los pequeños lunares del mentón hacen el resto, me reproducen cierta hambre.
un abrazo
Miguel Ángel,
ResponderEliminarcomo bien dices Vallejo es un lujo de la lengua, a veces uno recuerda: "existe Vallejo", y siente un profundo alivio al saber que el español es su lengua materna. La materialidad de su poesía es algo que impregna y conmueve, también su ternura, aunque aquí me llega más la violencia del hambre, su oscuridad.
un abrazo
Sí, tienes razón Rubén, es una ternura que parece derivar de una carencia (un hambre como dices) que Vallejo transmite como nadie. Cierta clase de vértigo (el vértigo es la ternura de lo inmenso)
ResponderEliminarA mí la foto también me produce cierta inquietud de descomposición, que tal vez a juzgar por la línea del blog puede que hayas buscado consciente o inconscientemente
ante este poema sólo puedo decir amén. No sólo me gusta sino que comulgo con la idea que subyace entre sus letras.
ResponderEliminarOh, que explote el mundo.
ResponderEliminarRubén, trataré de explicarme a riesgo de quitarle misterio a mi comentario y dejar mal expuesta una idea bastante abstracta en la realidad, aunque en mi mente tenga formas concretas. Veamos que sale de este parto mental!
ResponderEliminarCon podredumbre quiero describir la sensación que me tansmite el blanco y negro de la foto. Con unos labios que parecen más negros que rosados en un principio real, fuera de los colores fotográficos. Con unos lunares determinados, como pintados a boli sobre un rostro enfermizamente pálido. La boca entreabierta, y las arrugas de los labios, sus comisuras. Puedo percibir el aliento, y el color de los dientes. No quiero sentir esa respiración oscura, de una mueca que me parece antípatica, de quien en el fondo no quiere besar, ni sentir más deseo. El pelo negro, cae, negro mil veces. Un pelo graso, que no quiere ser más que pelo, sin que nadie lo toque. Cae por la cara sin querer. Fruto de un error.
Un poco eso :) me parece curioso que te venga a la mente "lascivia" y "hambre".
Miguel Ángel,
ResponderEliminar"el vértigo es la ternura de lo inmenso"... Te has sacado de la manga uno de tus aforismos, como quien no quiere la cosa!
Es extraño, creo que es la primera vez que la imagen expresa algo distinto o inlcuso opuesto a lo que pretendía. Pero es interesante, ello demuestra que la sinapsis está viva y sigue sus propias reglas.
Raúl,
ResponderEliminarante este poema es difícil tener otra reacción, siempre que lo leo me deja asombrado. Es inevitable identificarse, en algún momento, o siempre, con la animalidad que hay entre sus líneas.
Esther,
ResponderEliminartu breve comentario me devuelve a la explosión de ese "estruendo mudo". T.S.Eliot venía a decir que el mundo acabaría "no con una explosión sino con un quejido", Vallejo y tú optáis por la deflagración silenciosa.
Portinari,
ResponderEliminarno sé si has quitado misterio a tu comentario o si has profundizado en él; más bien esto último. La descripción de tus sensaciones ante la imagen es tan gráfica y elocuente -esa intensidad y precisión de tu lenguaje- que me contagias tu impresión, tengo que mirar dos veces la foto, para percibirla como tú y para percibirla como lo hacía yo hasta ahora. La tercera vez que la mire será una fusión entre esos dos rostros, el de la lascivia y el de la enfermedad.
abrazos a todos
Ante Vallejo me es inevitable callar. Callo así, enmudezco.
ResponderEliminarSi hablar de religión aquí tiene sentido, Vallejo es para mí eso. O una liturgia del enmudecimiento.
Abrazos
"Liturgia del enmudecimiento", Stalker... me uno a ella.
ResponderEliminarabrazos